En 2012, cuando se empezó a hablar con más insistencia sobre la nueva generación de consolas, todo basado en rumores, claro, uno de los que pegaba más fuerte y a la vez tenía más en alerta a los jugadores era la posibilidad de dejar el formato físico y apostar al cien por cien por el formato digital.

Esto no era malo por definición, pero las reticencias de los jugadores venían, sobre todo, no ya por el adiós a la segunda mano, que también, sino, sobre todo, por el precio de los juegos. Un mercado solo en formato digital tendría sentido «a la Steam«. Es decir, precios bastante menores de salida y ofertas constantes que hagan que el jugador ni se acuerde de que no puede vender esos juegos o prestarlos (en la plataforma de Valve, incluso esto último se puede hacer).

Pero en consolas lo que hemos visto hasta ahora es precios exactamente iguales en ambos formatos, e incluso más caros en su versión digital, con el agravante encima de que estos últimos ni los podemos prestar o vender. Un despropósito.

Con este panorama, tal y como ha reconocido Phil Spencer, de Microsoft Studios, a la a revista oficial Xbox, los de Redmond estuvieron considerando hasta el último momento que Xbox One no tuviese lector óptico, apostándolo todo al formato digital a través de Xbox Live.

Obviamente, después de anuncio y el E3 había algunas opiniones de lo que la gente quería cambiar. Tuvimos una importante discusión sobre si introducir un lector en Xbox One o si podríamos salir adelante con una consola totalmente sin disco, pero cuando piensas en el ancho de banda y el tamaño de los juegos, es un problema.

Así que decidimos, y creo que fue la decisión correcta, apostar por el Blu-Ray y darle a los jugadores una manera sencilla de instalar muchos contenidos.

Lo que no han dicho es si, de haber optado por el formato digital en exclusiva, los precios habrían sido diferentes, porque a la vista está, ya con la consola en la calle, que todo sigue igual que antes. Con los precios más caros en formato digital que en formato físico, con ofertas muy puntuales, tardías e insuficientes, careciendo de todo atractivo.