Las notas de DOOM: The Dark Ages en las reviews de la prensa

¡El Slayer está de vuelta! Y esta vez no viene con escopetas futuristas y tecnología de Argent Energy, sino con una armadura de metal forjado, escudos dentados y un tono medieval que no le quita ni un gramo de brutalidad a la fórmula. DOOM: The Dark Ages es la nueva entrega de la saga mítica de id Software, y llega dispuesta a sacudir los pilares del FPS moderno con una ambientación totalmente distinta pero igual de salvaje.

Tras el reinicio de 2016 y la secuela DOOM Eternal en 2020, DOOM: The Dark Ages apuesta por un cambio radical en su ambientación. Nos lleva a una época previa a los acontecimientos recientes de la saga, una especie de precuela en la que el Slayer se convierte en una figura casi mitológica, el salvador de un mundo medieval asolado por fuerzas demoníacas.

Se acabaron los laboratorios marcianos y las megacorporaciones: aquí todo huele a sangre, acero y fuego infernal. La historia se centra en los orígenes del Slayer y cómo se forjó su leyenda. Es el paso de guerrero a dios de la guerra, un camino marcado por la destrucción de hordas infernales con métodos más brutales y rudimentarios, pero igual de efectivos.

Aunque el tono sea medieval, DOOM: The Dark Ages no renuncia al frenetismo ni a la creatividad armamentística que caracteriza a la saga. El equipo de id Software ha reinterpretado las armas clásicas con un toque acorde a la época:

Escopeta de tambor con escudo incorporado: una bestialidad que permite alternar entre disparos devastadores y embestidas con el escudo giratorio.
Maza de impacto: cuerpo a cuerpo al más puro estilo medieval, con ejecuciones aún más sangrientas.
Ballesta pesada: para los que prefieren eliminar demonios desde la distancia, con un toque más táctico.
Dragón mecánico: sí, hay un dragón. Y sí, lo podemos montar. Porque si Elden Ring tiene jefes espectaculares, DOOM también puede subirse a la fantasía épica.

La movilidad sigue siendo un pilar clave, pero con matices. No hay tanto enfoque en el doble salto o el gancho como en Eternal, sino que se da más protagonismo al cuerpo a cuerpo, la gestión del espacio y los ataques brutales a corta distancia.