Un poco de historia

Moon Studios comenzó su andadura en 2010 con un proyecto que no llegó a ver la luz, un título un shooter en primera persona que se mezclaba con el género de la estrategia en tiempo real, bajo el nombre en clave «Warsoup».

Poco después, en 2011, se asoció con Microsoft Games Studios para empezar el desarrollo de su segundo proyecto. El año pasado anunciaron oficialmente el título que nos ocupa, Ori and the Blind Forest, un plataformas 2D de estilo metroidvania con especial énfasis en el plataformeo, la historia y la atmósfera.

El título se lanzó el pasado 11 de marzo para Xbox One y PC a un precio de 19,99€.

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Ori y el bosque de Nibel

Cuando nos enfrentamos a casi cualquier tipo de juego, algunas de las primeras preguntas que necesitan ser contestadas para dejarnos atrapar por él son: ¿dónde estamos? ¿qué hacemos aquí?

Nos metemos en el papel de Ori, una adorable criatura que de repente se encuentra huérfana en el bosque de Nibel, aunque afortunadamente termina encontrándose con Naru, que se convierte en algo así como su madre de adopción.

Viven felices en el bosque, hasta que este, un buen día, tras una tormenta, este se empieza a consumir progresivamente, y junto a él, Naru, que cae enferma, dejando a Ori en una posición en la que tendrá que tomar las riendas de su vida y sacrificarse por salvar tanto a su entorno como a si mismo, transmitiéndonos un mensaje de la responsabilidad y los sacrificios que tenemos que tomar a lo largo de la vida para formarnos como personas, así como para proteger y hacer felices a los que más queremos.

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Apartado visual

Por aquí nos ganó a prácticamente todos desde el primer trailer publicado tras su anuncio en el E3 de 2014. Todo lo que vemos en pantalla está dibujado a mano, con un mimo y un gusto que se transmite desde la misma pantalla de inicio.

El mundo creado por Moon Studios nos cautiva al poco de ponernos a los mandos de Ori por su colorido, repartido en varias zonas con grandes diferencias pero totalmente cohesionadas, tanto desde el apartado visual como si nos centramos en el aspecto jugable.

El mundo por el que nos movemos con total libertad está vivo y tiene personalidad, tanto por su flora como por su fauna, así por como se mueve todo a nuestro al rededor, tanto en lo que respecta a los enemigos y ciertos aspectos del entorno, como el propio Ori, que se mueve con gran suavidad y un generoso número de animaciones por los diferentes escenarios.

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La banda sonora está a la altura del apartado visual, y nos lleva de la mano a sumergirnos a este mundo mágico. Está compuesta por Gareth  Coker y se puede escuchar en Spotify.

Jugabilidad

Como decíamos al principio, Ori and the Blind Forest es un plataformas 2D al estilo metroidvania. Esto es, no es el típico de scroll lateral unidireccional, sino que nos movemos a través de un enorme mapeado con total libertad, llegando a las diferentes zonas tanto de forma horizontal como vertical.

Todo el juego transcurre en un mismo mundo, pero dividido en varias localizaciones claramente diferenciadas por su entorno, que se nos irán abriendo a medida que vayamos avanzando en la historia del juego y vayamos adquiriendo las habilidades necesarias para conseguir llegar a cada una de ellas.

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Además del salto, justo al caer del árbol Ginso adquirimos Bash, una habilidad que nos permitirá lanzar proyectiles a los enemigos, alcanzar zonas a las que no llegamos con un simple salto gracias a su impulso or gracias a la destrucción de ciertos elementos del entorno.

Poco a poco, a medida que vayamos avanzando en la historia principal o encontrando ciertos items, podremos ir mejorando tanto las habilidades físicas de Ori (doble (y triple) salto, planear, golpear enemigos desde el aire…) como las de Bash, además de ir adquiriendo cada vez más slots para la vida y el espíritu, los dos medidores que tendremos que tener en cuenta en todo momento para no vernos más apurados de la cuenta.

El espíritu nos sirve para llevar a cabo los golpes especiales con más fuerza que podemos proporcionar con Bash, además de para poder guardar la partida en cualquier momento, algo que podemos realizar rápidamente manteniendo pulsado el botón «B». Una acción que repetiremos constantemente, sobre todo tras pasar alguna zona más complicada de lo normal.

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Las habilidades, como decíamos, se dividen entre las que ganaremos junto al progreso de la historia, esenciales para continuar avanzando, y otras, divididas en tres ramas (combate, utilidad y eficiencia), que podremos ir mejorando según nuestro propio criterio conforme vayamos ganando puntos de habilidad tras derrotar enemigos o recoger items de habilidad, repartidos por todo el mapa.

Cuando empezamos a jugar nos da la sensación de estar ante un título para disfrutar visualmente, un paseo por un colorido mundo inofensivo, pero que no nos va a exigir demasiado. Craso error. Conforme avanzamos en la progresión de Ori y sus habilidades, el juego va ganando en profundidad, por las posibilidades que nos otorgan los nuevos movimientos, así como como en exigencia, gracias a una ajustada curva de dificultad.

Eso si, hay dos o tres momentos a lo largo del juego en el que los chicos de Moon Studios ponen a prueba tanto nuestra habilidad como nuestros nervios, con tramos en los que la rapidez de reflejos y la sangre fría se tendrán que unir como nunca para hacer frente a un hecho puntual en el que luchamos contra el reloj para escapar de una determinada zona donde no hay medias tintas, o nos la pasamos o tenemos que volver a repetirlo desde el principio, algo que a buen seguro tendremos que hacer en más de una ocasión, y con lo malacostumbrados que nos han tenido con eso de poder guardar en cualquier momento en el resto del juego hará que nos acordemos de los desarrolladores en términos no muy amistosos.

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Claro que, una vez logramos terminar esa pantalla, el cabreo se nos pasa y esa sensación de querer decirle cuatro cosas subidas de tono a alguien mínimamente cercano a Moon Studios se traducen en agradecimiento por habernos exigido ese plus que hoy en día cada vez menos juegos se atreven a pedirnos por miedo al abandono. Son pocas ocasiones, pero algunas de ellas se te quedan grabadas.

Los controles responden a la perfección en todo momento, incluso cuando tenemos ya controlamos todas las habilidades, por lo que, a la hora de la verdad, no habrá excusas, y seremos nosotros, con nuestra habilidad mezcla de timing y reflejos, la que nos hará salir airoso de las diferentes situaciones que nos plantea el juego.

La variedad de situaciones hace que haya momentos de pura acción haciendo frente a enemigos o a situaciones adversas relativamente exigentes, y otros en los que la exploración será la principal protagonista y nos permitirá disfrutar más tranquilamente del entorno y de las diferentes habilidades que vamos adquiriendo y que nos permiten movernos cada vez de forma más fluida, ya sea saltando (simples, dobles o triples), trepando, planeando o impulsándonos gracias a Bash a través de ciertos objetos o incluso de los enemigos.

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Tendremos que pasar muchas veces por los mismos escenarios, pero como cada vez lo haremos con más habilidades, y por tanto, con más formas de interactuar con ellos, llegar a nuevas zonas y superarlos, no es algo que nos resulte pesado, ya que, como decíamos más arriba, las áreas se diferencian bastante entre si, tanto en el apartado visual como en la forma en la que nos moveremos por ellas.

 Conclusiones

Moon Studios ha conseguido crear con Ori and the Blind Forest un universo mágico gracias a la mezcla de un arte visual hecho a mano lleno de vida, una banda sonora que te invita a zambullirte en él y una jugabilidad que te atrapa de tal forma que hace que no quieras salir de ahí hasta no dejes todo en orden o bien alguna alarma del mundo real te devuelva al otro lado del bosque de Nibel.

Una joyita con personalidad propia que no debería faltar en ninguna biblioteca digital.